Bien, ahora toca el turno de relatar la historia de ¿amor? de mis abuelos maternos… creo que ésta si estará más corta… no aseguro nada.
Mi abuela Catalina vivió una infancia más o menos humilde (en la miseria XD), de familia numerosa y con mayoría de féminas. Pues bien, todas sus hermanas eran güeras, de piel blanca y a ella le tocó ser el “negrito en el arroz”, todo lo contrario a sus hermanas mi abue es chaparrita y de piel tostada, como su padre.
Por lo anterior su vida fue mas o menos la de una Cenicienta, haciendo los quehaceres de la casucha, yendo al molino por le mixtamal y torteando para llevarle el lonche a su padre mientras sus hermanas se arreglaban esperando al típico príncipe azul.
La vida de mi abuelo fue mas misteriosa, sólo sé lo que el me contaba de propia voz. Llegó de Nogales ¿? Huyendo de los cristeros cuando aun era un crío. Vivió en el mismo pueblo que mi abuela, fue ahí donde la vio alguna vez mientras ella llevaba el lonche a su padre o quizás cargando el mixtamal, no sé a ciencia cierta. El caso es, tratándose de personas cuyas vidas eran propias de un pueblo y por la época, mis abuelos sólo podían conversar unos minutos a través de un hueco en la pared. Así es, nada de besos ni caricias como las de estos tiempos, ja.
Un día mi abuelo fue con la familia de mi abuela y pidió su mano, así nomás, llegaron a un acuerdo y se planeo la boda. ¿y el amor? ¿el flechazo de cupido? Pues creo que en ese tiempo cupido estaba en otro continente, porque lo que fue en ese rancho nomás no llegó…
Mi abuela nos contó como fue ese ‘gran día’, no se acostumbraba llevar vestido blanco el día de la boda, eso era más bien para la gente adinerada que quería estar a la “vanguardia”. Mi abue vistió ese día una enagua (falda) negra, su rebozo y blusa del mismo color, sí, cual si fuera un funeral. Hasta eso que mi abuela estaba emocionada, al fin iba a salir de esa casa donde la trataban como criada, ahh, que ingenuidad la de ella.
Después de la boda y la comida, sin pachanga (fiesta), mi abuelo Raymundo (Q.E.P.D.) la llevó a su pequeña casa pero eso que importaba si a final de cuentas era suya, la pasó a la recamara y al cerrar la puerta… una lluvia de golpes cayó sobre mi abuela… que tristeza, pero ese fue su primer día de casados, mi abuelo era de la idea de imponerse desde un principio a la mujer, de marcar los limites de quien mandaba en casa y embarazada o a punto de parir, a mi abuelo le daba igual: tenían que tenerle todo al momento.
Tuvieron 12 hijos, alguno murió al nacer, otro siendo muy pequeño. Mi abuelo siempre fue un machista, de eso no cabe duda, aun cuando quedó ciego seguía amenazando a mi abuela, que lo que sea de cada quien nunca le dio la espalda ni en sus momentos de enfermedad y declive. Él murió hace poco, después de una larga agonía al fin descansó en paz, pidiendo perdón por todo lo cometido. Mi abue ahí sigue, gracias a Dios mas repuesta… y pues del amor de su vida se puede decir que nunca llegó, pero claro que amó, ama a sus hijos, a sus nietos y bisnietos.
Vi a mi abuelo por ultima vez en año nuevo y no me despedí… es algo que me trauma porque pese a todo, a sus nietos nunca nos trató mal, a mí me decía que era su ‘enfermera’ porque siempre que iba de visita yo lo cuidaba como Dios me daba a entender, realmente… aun me parece verlo ahí, sentado en su silla junto a la mesita acondicionada como altar… con sus ojos nublados… cansados…