¿Me habré equivocado?

Debí haber estado ahí, con ellos, con mis viejitos. Ver de nuevo a Don Manuel haciéndome reír mientras quizás aún llora por dentro. Improvisando en una comedia negra, ácida, con la que siempre me mantuvo atenta. ¿Se habrá acordado de mi al menos un instante?

 

Imaginar a Teté con su enorme sonrisa, sus profundas arrugas, quizás olvidando sus líneas y volteando a ver al maestro… ¿Habrá ido Don Fernando? ¿Habrá aceptado ir como espectador cuando siempre fue la estrella? Nunca olvidaré su participación en la pastorela, en su papel de ángel autóctono: vestido como danzante pero con una peluca rubia tipo Cristóbal Colón, los labios mal pintados y unos grandes chapetes rosados.

 

¿Y lucecita? Estoica como buena enfermera pero siendo la mejor y más humana que he llegado a conocer. ¿Le habrán dado de descanso el día de hoy? Debió terminar exhausta como en aquellos maratónicos festivales que compartimos en el CEDESEN (Centro de Desarrollo de la Senectud)… No, no creo que le dieran el día, Iván es un tirano, krishna pero tirano.