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¡BJÖRK NO SUPO QUE ESTUVE AHÍ!

(Escrito por una crayola que se cree gato)


Para la gente que compró
su boleto el concierto del Festival Sonofilia empezaba oficialmente
a las 16:00 hrs. Yo que tuve que ir en plan de trabajo estuve citada
desde muy temprano junto con los otros “Concords” (equipo de seguridad
privada), ya ni quejarse es bueno pues hubo gente de seguridad que se
presentó 24 o 48 horas antes del evento para ultimar detalles (sic).
 

El frío inicial del
trayecto se nos quitó con toda la polvadera en que nos bañaron al
llegar al mentado “Aguacate” donde rápido nos pusieron en grupitos
y advertidos (regañados) al llegar a la “Matriz” (carpa de seguridad).
Una camisa, separados niños con niños y niñas con niñas, y ¡qué
Dios nos ampare! Llegaba la hora de “trabalearle”, esperando (of
course
) ser de los afortunados en llevarle “agüita mística”
a su majestad islandesa Björk, algo que nunca ocurrió… Pero eso
sí ¡qué vista, señores! Me colocaron entre rejas, junto a la barranca
y el barecillo VIP (aunque a la very important people nunca la
vi entrar allí) ya saben, para abrir y cerrarle la puerta a los surtidores
del “néctar de los dioses”.
 

Mi compañera “gatuna”
de ese día ya estaba más que condicionada a las labores de esta chamba:
prohibido sentarse, comer y hablar por phone a los amigos, ni
chance de avisarles que sí había podido ir… aunque fuera trabajando…
¡Todo por Björk señores y señoras, gatunos y gatunas!
 

Una hora y media de eclecticismo
musical (al puro estilo de tienda departamental) después de lo programado
(19:30!) sonaron los primeros acordes del dúo gringo “Ratatat”,
y a la hora siguiente apareció en el escenario ataviada en un vistoso
vestido multicolor, la diva: Björk. Y la frustración de no poder verla
de cerca, sólo a lo lejos o desde una pantalla de plasma en el bar,
con los pies cansados ante la nula costumbre de estar parada tanto tiempo
y la pancita chelera, vacía, que veía comida desfilar sobre las charolas
de los meseros y gruñía…
 

All is full of love,
Pagan Poetry
y demás rolonones que nomás no terminaban de encender
a la gente. Lo que sí encendieron fueron las cámaras y celulares para
capturar el momento -¿Por qué no disfrutan?- pensaba, ¡ché gente!
¿Entonces para qué se va a un concierto? ¿Para disfrutarlo o para
grabarlo? Si los conciertos ya no son como antes, ahora cualquiera con
acceso a un celular de los “nuevos” puede aficionarse a estas tareas.
De pena ajena con la amiga Björk que tuvo que decirles que no veía
rostros humanos para que agarraran la onda y dejaran de grabar, a ver
si después de esto le dan ganas de regresar a la doña, con esas muestras
tercermundistas que dimos los mexicanos. 


Sobre el trabajo de seguridad
la verdad mis respetos a esa gente que se la rifa verdaderamente para
sacar adelante los eventos, no es nada sencillo (comprobado!)… Yo
por eso no terminé la jornada laboral y aprovechando un descuido de
mis superiores me despojé de la playera “concord” (que me marcaba
como uno de los suyos) y me di a la fuga, huí como loca (gata) posesa
y me perdí entre la gente para evitar ser reconocida. La que hubiera
querido que me viera (reconociera y demás) aunque fuera una mugrosa
vez (por eso del polvo) ni siquiera se enteró de que estuve ahí, esperándola
en el bar…

 

Acerca de Sta. Prisca de los Perros

Yo ya sabía que mi vida no sería fácil cuando en el kinder no logré que germinara el frijol... en mi oído!

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