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ALIMENTO PARA AVES (O LA NIÑA DEL PERIQUITO)

 
Definitivamente eso debía estar calificado como un delito en medio mundo pero cómo negarse al calor de unos pechos virginales palpitando contra su espalda, cómo negar su pulso acelerándose con cada palabra musitada casi en un susurro por aquellos delgados labios, cómo negar el clímax alcanzado cuando ella le mordió la oreja.

Hasta entonces Ella había tratado de ignorar el insistente (exagerado) casi experto coqueteo de la jovencita del perico. En más de una ocasión había tenido que desviar, bajar la mirada para evadir aquella extraña escena: el perico paseándose en los menudos hombros de la chica que jugaba con su mascota emplumada, jugando a que ella le daba de comer una semilla con su boca. Y el ave continuaba el recorrido de su cabeza postrando su pico en esos pequeños pezones visiblemente elevados cual semillas mientras la niña reía perversamente.

Pero Ella era una simple trabajadora de medio turno en ese deposito de semillas y así se había mantenido por mucho tiempo ¿por qué ese repentino interés de la chica por frecuentarla? Siempre terminaba haciendo que le mostrara los tipos de semillas para que al final no comprara de ninguna. No sabía por cuánto pero esa chica era visiblemente menor de edad sin embargo parecía tan adulta y segura en su actuar, quién sabe por todo lo que habría pasado ya aquella niña…

Ahora estaban las dos ahí, en la bodega, lejos del mostrador, lejos de la realidad, lejos de todo, no importaba el cómo sino el por qué. Porque en un descuido la abrazó por la espalda, la aprisionó con sus alas y dejó que sus palabras volaran libremente hasta los oídos de Ella. La sedujo con la mimesis de su canto hasta sentirla su prisionera, hasta sentir que era el momento de comenzarla a picotear. En el nido la estarían esperando ya para comer.

Acerca de Sta. Prisca de los Perros

Yo ya sabía que mi vida no sería fácil cuando en el kinder no logré que germinara el frijol... en mi oído!

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